Hace hoy doce días que el Estado español decretó el confinamiento, como medida excepcional para combatir la expansión de un virus maligno (El Covid-19).
Desde entonces, y quizás antes, estamos todos esperando que anuncien el descenso de la famosa curva estadística de contagios y decesos. Los pronósticos y predicciones contradictorias no auguran buenas noticias. Tal vez por eso, ayer experimenté un descenso en mi particular curva de sensaciones, que espero remontar hoy mismo. Cuento:
Los primeros diez días de confinamiento los he llevado con relativa sensación de resignación y normalidad. Intentando cumplir a raja tabla los consejos que los psicólogos nos dan para sobrellevar mejor este particular y necesario encierro. Marcándome rutinas de aseo personal, limpieza del hogar, trabajo, lectura, juegos y ejercicio, básicamente.
Ayer, un poco tarde, tomé consciencia de las paradojas de la vida y del caprichoso uso de los vocablos. Quizás por eso, mi ánimo y buena predisposición para afrontar esta crítica situación empezó a decaer. El primer síntoma que noté fue la temida procrastinación. Para qué abrir el ordenador y acabar de completar una demanda si puedo hacerlo mañana, o pasado mañana, o incluso el fin de semana. Y así, con este pensamiento a idas y vueltas, cual boomerang, mientras visitaba sofá, butaca y cama, transcurrió mi undécimo día de confinamiento.
Pero volvamos a la cuestión paradójica. Resulta curioso, al menos desde un punto de vista lingüístico, que algunos individuos (a todas luces insolidarios) estén siendo penados por las autoridades por no cumplir el confinamiento. No hace tantos años, el confinamiento ya era una pena por si misma. Una pena que obligaba al condenado a vivir temporalmente en lugar distinto a su domicilio. Ahora, estamos todos confinados, cual condena, a vivir en nuestro domicilio.
La finalidad del confinamiento la entiendo y respeto como la que más. Pero no me gusta el término y he decidido cambiarlo. Desde ahora mismo paso a estar en casa de forma permanente e indefinida, pero dejo de estar confinada. Lo que son las cosas, ya me siento mejor. Pongo punto final a este escrito que tengo una demanda por acabar.
Fdo.: Meritxell Armengol Sanz
No hay comentarios:
Publicar un comentario